Mi hijo no come: qué hacer y qué no hacer si tiene inapetencia.


 



 Dos de mis tres hijos han tenido épocas de comer mal. Muy mal. Han sido, lo que mucha gente llama, "malos comedores" y, confieso que para los padres es muy agotador. Hay días en los que se lleva mejor, y te consuelas repitiéndote una y otra vez que si no comen es porque no tienen hambre, pero en otras ocasiones es inevitable no alarmarse ante la situación.


Si tú también tienes un peque al que le cuesta comer, te ofrecemos una guía práctica y sencilla con las cosas que debes y no debes hacer en esta situación.


Revisión con el pediatra

Una de las mayores preocupaciones de los padres es la alimentación de sus hijos. Queremos que crezcan sanos, coman de todo y lo hagan de manera saludable. Pero, ¿qué ocurre cuando nuestro niño se niega a comer días tras día, o consideramos que lo que come no es suficiente?


Si realmente estamos preocupados, lo mejor es concertar una cita con el pediatra para que valore si existe algún problema de salud detrás de esa inapetencia. Pero si el médico nos dice que todo es normal y su crecimiento sigue estando dentro de su percentil, no habrá motivo de preocupación.



Respetar y entender al niño

Una vez descartado cualquier problema de salud, es importante que hagamos el ejercicio de intentar comprender a nuestro hijo, y no tomarnos su falta de apetito o rechazo a comer como algo personal.


Para ello, es aconsejable ponernos en su lugar y pensar que si a nosotros, como adultos, hay rachas en las que tenemos más apetito que otras, y alimentos que nos gustan más que otros, ¿por qué no habría de ocurrirle lo mismo a los niños?

Además, es importante saber que conforme van creciendo también varían sus necesidades energéticas. De este modo, cuando entran en una etapa de crecimiento lento lo normal es que su apetito descienda. Así mismo, a partir de los dos años muchos niños entran también en una fase (completamente normal) llamada neofobia, que les lleva a rechazar alimentos que antes tomaban o a negarse a probar cosas nuevas.


Ofrecerle todo tipo de alimentos y no desistir si algo no le gusta



Una vez descartado cualquier problema y hecho el ejercicio de entender y respetar al niño, comencemos por ofrecerle todo tipo de alimentos, huyendo de las dietas monótonas. En este sentido, recordemos la importancia que tiene la alimentación del bebé en su primer año de vida, pues está demostrado que los patrones alimenticios que siga el niño en sus primeros meses, persistirán en su cerebro durante bastante tiempo.


Así pues, desde que comience la alimentación complementaria, procuremos ofrecer al niño (casi) cualquier alimento, enmarcado dentro de una dieta variada y saludable. Además, ¡recuerda que no debes caer en el error de dejar de ofrecer a tu hijo aquello que a ti no te gusta!



Por otro lado, y aunque los niños se nieguen por sistema a probar nuevos alimentos, es importante no desistir, y seguir ofreciéndoselos de forma paciente y sin forzar, hasta que poco a poco vaya llegando su aceptación. Según los expertos, el niño podría empezar a aceptar el alimento tras haberlo probado entre 10 y 15 veces.


Comer en familia y en un ambiente agradable



 El ejemplo de los padres y la educación nutricional que se realiza en la mesa juega un papel muy importante a la hora de educar a nuestros hijos y crear un ambiente positivo.


El momento de la comida debe ser agradable, sin prisas y sin interferencias. Bien sentados en la mesa, los padres enseñaremos a los niños a comer despacio, masticar bien y disfrutar de la comida.


Y si nuestro hijo no quiere comer, evitemos convertir el momento de sentarnos a la mesa en un problema. Dejemos el estres y la ansiedad a un lado, y no caigamos en los gritos, llantos y discusiones, que lo único que conseguirán será agobiarles aún más.


No forzar, ni engañar, ni chantajear.


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